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Historia de la música mexicana de concierto

Texto: José Antonio Robles Cahero

Panorama de la MúsicaContinuidad y ruptura: 1960-2000

Durante la segunda mitad del siglo XX la música de concierto de América Latina experimentó tendencias de continuidad y ruptura que originaron una diversidad de lenguajes, estilos y estéticas musicales en la práctica composicional. Además de la pluralidad y el florecimiento de corrientes diversas se aprecia también una tendencia gradual hacia el cosmopolitismo en las grandes ciudades, más abiertas a las influencias de los movimientos musicales internacionales. En el proceso de asimilación de la “música nueva” de Europa y los Estados Unidos, los compositores latinoamericanos más progresistas transitaron por cuatro etapas en la adopción de modelos externos: selección cualitativa, imitación, recreación y transformación (apropiación), de acuerdo con los ambientes sociales y las necesidades o preferencias individuales. Algunos compositores se dieron cuenta de que podían contribuir desde sus países latinoamericanos a las tendencias musicales cosmopolitas.

A partir de 1960 nuevas corrientes musicales de carácter experimental aparecieron en la mayoría de los países americanos. Los compositores que se sumaron a las tendencias de ruptura pronto descubrieron que no sería fácil obtener apoyos oficiales para publicar, interpretar y grabar su música, lo cual propició que algunos creadores latinoamericanos se establecieran en Europa, Estados Unidos y Canadá. Pero esta difícil situación empezó a cambiar a partir de la década de los setentas en Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela, cuando los compositores de la “música nueva” encontraron apoyos de organizaciones internacionales, formaron asociaciones nacionales, crearon laboratorios de música electrónica, enseñaron en escuelas de música y universidades, y su música empezó a ser difundida a través de festivales, encuentros y estaciones de radio. Con estas estrategias se aminoró el aislamiento de los compositores de vanguardia, quienes en lo sucesivo pudieron interactuar y gozar de mejores condiciones para crear y difundir la llamada música contemporánea.

La ruptura con las corrientes nacionalistas se inició en México a fines de los cincuentas y fue encabezada por Carlos Chávez y Rodolfo Halffter. La generación de la ruptura produjo notables compositores de tendencias plurales que hoy son ya “clásicos” de la nueva música mexicana: Manuel Enríquez (1926-1994), Joaquín Gutiérrez Heras (1927), Alicia Urreta (1931-1987), Héctor Quintanar (1936) y Manuel de Elías (1939). La generación siguiente consolidó las búsquedas experimentales y de vanguardia con creadores tan importantes como Mario Lavista (1943), Julio Estrada (1943), Francisco Núñez (1945), Federico Ibarra (1946) y Daniel Catán (1949), entre varios otros. Los autores nacidos en los años cincuentas continuaron con la apertura hacia nuevos lenguajes y estéticas, pero con una clara tendencia hacia la hibridez con corrientes musicales muy diversas: Arturo Márquez (1950), Marcela Rodríguez (1951), Federico Álvarez del Toro (1953), Eugenio Toussaint (1954), Eduardo Soto Millán (1956), Javier Álvarez (1956), Antonio Russek (1954) y Roberto Morales (1958), entre los más destacados.

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